24 - 11 - 2024

Erretore Nagusiaren agilandoa

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La basílica de Don Bosco, en Castelnuovo (Italia), que vemos al fondo, nos recuerda que acabamos de concluir el bicentenario del nacimiento de nuestro querido Padre y Fundador. El agradable recuerdo de este acontecimiento, intensamente preparado y vivido con profundidad en todas partes, pero de modo especial en los “lugares salesianos”, es una riqueza que está llamada a producir abundantes frutos. No podemos, por tanto, olvidarla, sino que debemos hacer memoria de ella y de sus aspectos más importantes.

El camino de un pueblo, que comienza con nuestro humilde origen en la aldea de I Becchi, se convierte en una marea de gente. ¡Somos numerosos! Toda la Familia Salesiana, los jóvenes, los laicos, avanzamos todos juntos y nos alegra hacerlo así. El símbolo del camino evoca la palabra del aguinaldo: “recorramos juntos”. Durante el camino vivimos el valor de la fiesta. El camino favorece el encuentro y el encuentro nos ayuda a hacer camino. Sin encuentro no hay camino.

Caminamos con Jesús. Él es la dirección del camino y nosotros nos orientamos hacia Él. Jesús va abriendo camino, Él nos indica la ruta, porque Él mismo es el camino. Así nos lo dice Él mismo: “Yo soy el camino”. Ese camino es el sendero que Jesús ha recorrido ya, pero sobre todo Jesús nos acompaña en el camino como a los discípulos de Emaús. Él es compañero de viaje, especialmente de los jóvenes. Con una mano, Jesús invita al joven a caminar con Él y a seguirlo, y con la otra le ofrece su apoyo y cercanía. De esta manera, Jesús expresa afecto y se revela como el “rostro de la misericordia”.

El camino con Jesús es una aventura, la aventura del Espíritu. Por eso Él dice al joven: “¡ánimo, ven y sígueme!”. Podemos aceptar o rechazar la invitación de Jesús. No sabemos adónde nos llevará el camino de los que siguen a Jesús. El Espíritu Santo, maestro interior, nos anima a acoger la propuesta de Jesús y a ser sus discípulos. El Espíritu es una presencia discreta y silenciosa, despareciendo para no ser notado, dejando a Jesús todo el protagonismo. Tú “no sabes de dónde viene y dónde va, porque sopla donde quiere”. Su hálito es imperceptible, y sin embargo anima y da vida. No lo vemos, pero está presente.

El camino de Jesús, que es una aventura del Espíritu, da lugar al encuentro. Vemos en primer plano del póster el encuentro del joven con Jesús. Este joven lleva en su corazón el espíritu de Don Bosco. Si durante la preparación al bicentenario hemos sido invitados a “caminar desde Don Bosco”, ahora nuestro compromiso consiste en “caminar desde Jesús” con nuestro estilo específico salesiano. El Señor Jesús detiene la primacía y la centralidad; sigámoslo tras las huellas de Don Bosco.

(Posterra David González Arjona-ren lana da, ARTIA COMUNICACIÓN-eko artista espaniarra.)
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