Miércoles 22 de mayo. Miércoles pasado por agua. Por fotos. Taconazos. Besos. “¡Qué guapa estás!”. “Esa corbata te queda de cine”.
Hacia las siete de la tarde, el patio del colegio se vistió de gala con la llegada de segundo de Bachillerato, que celebrábamos la fiesta de graduación. Poco a poco fuimos llegando y pasamos por cursos por el “photocall”.
Poco después dio comienzo una pequeña velada, en la que actuaron alumnas de primero de Bachiller con una interpretación de un baile típico (Agurra); Julen, Diego, Asier y Eneko tocaron una canción con batería, guitarras eléctricas… Las delegadas Natalia y Jone leyeron una pequeña memoria en la que se evocaban frases célebres de profesores, pequeñas anécdotas… También Jone interpretó una pieza de Gabriel Fauré para piano y Jon Ander Serrano nos deleitó con su vídeo, que recogía fotos de cada uno de nosotros a lo largo de los años de escuela.
Terminada la velada, el pequeño “lunch” para los padres fue todo un éxito. Nosotros nos reservábamos para la cena que nos esperaba en el restaurante Miraflores.
Bajamos con profesores y, a pesar del lento servicio, cenamos de maravilla. La compañía, sin duda alguna, fue inmejorable. Tras la cena llegó lo que muchos estaban deseando que llegase desde hacía ya semanas, la discoteca.
Realmente fue una noche única, irrepetible, extraordinaria… Creo que aún no se ha inventado un término capaz de designar algo así. Lo pasamos verdaderamente bien.
Como colofón, el viernes 24, en la celebración de la eucaristía, se leyó una carta de despedida, en la que no faltaron lágrimas y abrazos.
Gracias por acogernos en esta casa salesiana. En esta casa diferente.
(Texto: Jone Echániz)
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