Frantzisko aita santuak bere pontifikatuaren 100. audientzia orokorra otoitzaz hitz egiteko erabili du eta, zehazki, familian egindako otoitzaz.
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El Papa ha reconocido que los padres tienen que hacer auténticas virguerías para seguir el ritmo de los quehaceres cotidianos. Lo ha explicado de forma muy gráfica. Ha bromeado diciendo que los padres resuelven «una ecuación que ni los grandes matemáticos saben resolver: ¡Convertir 24 horas en el doble! Hay madres y padres que podrían ganar el Nobel por esto».
Sin embargo, el Santo Padre ha indicado a continuación que la oración da una dimensión nueva a las obligaciones diarias: «Permite encontrar la paz para las cosas necesarias, y descubrir el gozo de los dones inesperados del Señor, la belleza de la fiesta y la serenidad del trabajo».
Pero, para lograr esta paz, el Papa ha recordado a los padres que son los responsables últimos de enseñar a sus hijos a rezar. ¿Cómo?
Primero ha recomendado la lectura del Evangelio: «La oración brota de la escucha de Jesús, de la lectura y familiaridad con la Palabra de Dios». Por eso, ha vuelto a interpelar a los padres como ya ha hecho en otras ocasiones: «¿Tenemos un Evangelio en casa?, ¿lo abrimos para leerlo juntos alguna vez?, ¿lo meditamos rezando el Rosario? El Evangelio leído y meditado en familia es como un buen pan que alimenta el corazón de todos». Y después ha sugerido fórmulas sencillas y asequibles: «Y por la mañana y por la tarde, cuando nos sentemos a la mesa, digamos juntos una oración con sencillez».
Fuera de su discurso escrito, ha improvisado unas palabras confesando que hay una circunstancia que le preocupa: Que cada vez menos niños sepan hacer la señal de la Cruz. Ha dicho a los padres que ahí tienen una hermosa misión, porque «es bonito cuando las madres enseñan a los hijos pequeños a mandarle un beso a Jesús o a la Virgen. En ese momento, el corazón de los niños se transforma en lugar de oración. Es un don del Espíritu Santo».
(ABC, 26/08/2015)